Juan 9: 25 B. Lo único que sé es que yo era ciego
y ahora veo.
Esta es la expresión
de quien recibió la manifestación del poder y el amor de Dios en su vida. La
porción de la palabra que leímos se refiere al milagro que nuestro Señor Jesús
obro en un hombre que era ciego de nacimiento, lo cual llamo la atención de los
discípulos e hizo que cuestionaran al maestro, de quién había pecado si aquel
hombre o sus padres, ya que para ellos su ceguera de nacimiento era un castigo
por pecados muy graves cometidos, la respuesta de Cristo fue extraordinaria,
como todo lo que él hace, en Juan 9: 3,
el respondió que no tenían culpa de pecado ni aquel hombre, ni sus
padres, sino que su ceguera era para que las obras de Dios
se manifestaran en él. Esto nos
muestra que Cristo puede sanarnos y salvarnos de todo pecado por más grande que
consideremos que este sea.
Los fariseos y sacerdotes sabían por
medio de las escrituras que sólo Dios era capaz de obrar un milagro de tan gran
importancia, devolver la vista a una persona ciega de nacimiento, es decir abrir
los ojos, puesto que nadie en la antigüedad había hecho tal prodigio. La
palabra nos revela en este milagro que Jesús no era otro profeta más, sino el
mesías prometido, el hijo de Dios, el santo de Jehová. Incluso el mandato que
da a este hombre, luego de hacer lodo y ponerlo en sus ojos es que fuera y se
lavara en el estanque de Siloe, que quiere decir el enviado.
Jesucristo procuro en todo su ministerio que nosotros
tuviéramos una percepción correcta de lo que es el reino de los cielos, en Mateo 13: 44-45 NVI, nos presenta su
reino como un tesoro, como una perla de gran valor que debemos tratar de
alcanzar. Cristo nos enseñó y mostró el amor del Padre Celestial, el poder de
Dios y el propósito de su venida a la tierra.
Debemos reconocer que todos nosotros fuimos y somos ciegos de nacimiento
a causa de las mentiras que el enemigo ha puesto en este mundo que son vendas
que ciegan a las personas de los propósitos que Dios tiene para su vida y que
quiere manifestar de acuerdo a Su santa voluntad.
- Percepción: es comprender o conocer algo.
- Visión: Percepción de
las realidades físicas a través de la vista.
Por consiguiente, la percepción del
reino de Dios, es conocer y comprender su importancia y valor teniendo nuestra
visión en este como dice Romanos 14:17
NVI, porque el reino de Dios no es
cuestión de comidas o bebidas, sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu
Santo. Los discípulos tuvieron de primera mano la manifestación, comprensión y
el conocimiento del reino de los cielos en la tierra en Cristo Jesús, en la
autoridad que le fue dada para sanar, echar fuera demonios, hacer milagros y
traer las buenas nuevas de salvación. De ahí que nosotros lo alcanzamos al
tener un encuentro con Jesús al aceptarle como nuestro Señor y Salvador, como
dice Mateo
4:17 «Arrepiéntanse, porque el reino
de los cielos está cerca».
Por ejemplo, cuando aprendemos a
escribir, se requiere que los niños y niñas coordinen la vista con la mano para
lograr este propósito, mientras más sentido se ponen al servicio del
aprendizaje más este se logra. En lo espiritual pasa de igual forma, cuando
unimos nuestra fe a nuestra percepción del reino de los cielos y declaramos las
cosas que no son como si fueran, podremos ver la gloria de Dios manifestada en
nuestras vidas y declararemos como dice Job
42:5 RVR1960. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.
Cuando nuestros ojos son abiertos un
aspecto importante que cambia en nosotros es que nuestra vida se fundamenta en la
palabra y promesas de Dios, ya que desarrollamos el conocimiento, la
comprensión y percepción de que Jehová es Todopoderoso. Por ello cuando
recibimos algún ataque, podemos resistir y hacer frente como soldados
perseverantes alistados con la armadura brindada por Dios y confiados en Su
poder. Como David cuando vio a Goliat, él no vio un gigante, no David vio un
filisteo, un enemigo incircunciso, nunca dio a Goliat relevancia por lo que él
veía en lo natural, sino que dio importancia a lo que ya había visto de la
gloria de Dios. Un caso contrario que podemos encontrar en la palabra es lo que
le sucedió al apóstol Pedro, cuando camino sobre las aguas para ir al encuentro
de Cristo, al desviar su mirada de Jesús y ponerla en lo que acontecía a su
alrededor, empezó a hundirse, pero esto no quiere decir que el apóstol no percibió
a Jesús yendo a su rescate.
En 2
de Corintios 4:17, Pablo nos dice: Porque esta leve tribulación
momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso
de gloria; Pablo no ve a la tribulación como algo imposible de solucionar, sino
muy por el contrario la percepción que el apóstol tiene es que ese momento dará
frutos en nosotros para la gloria de Dios. Cambia tu manera de percibir,
de ver las cosas de este mundo. Dios quiere que tu percepción de Él sea la correcta,
es decir que le veas como Padre, Amigo, Pastor. Tenemos que compenetrarnos en
nuestra relación con nuestro Señor y Salvador, y saber que Jehová es El Roí, el
Dios que nos ve. Tengamos siempre presente lo escrito en Hebreos 12:1, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de
la fe, ya que no es por nuestra vista terrenal, sino por fe que los milagros se
manifestaran y lo percibiremos porque nuestros ojos espirituales ya han sido
abiertos por el único que podía hacerlo, Jesucristo.
Para finalizar, quiero exhortarte a
que, si aún tu vida está en las tinieblas de la ceguera terrenal y no tienes la
percepción del reino de Dios, te invito a que hagas conmigo la oración de
bienvenida a Cristo en tu vida: Señor Jesús, te reconozco como mi Señor y
Salvador, reconozco que soy un pecador y te pido que me limpies con tu preciosa
sangre, dame la vista de tu santo reino y permíteme ser parte de él,
escribiendo mi nombre en el libro de la vida con tintas de oro para no ser
borrado nunca jamás. Ayúdame a vivir percibiendo en fe Tu amor, bondad, fidelidad
y misericordia, gracias mi amado rey por brindarme Tu gracia en el regalo de mi
salvación, amén.
Dios les bendiga.
Ana Yajaira Pérez.
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