Jeremías 24:7 RVR1960. Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón
Esta porción de la palabra nos
muestra una condición imprescindible para tener una relación con nuestro Dios,
poseer un corazón que le agrade. ¿Por qué debemos conocer a Dios por medio de
nuestros corazones? La respuesta la
podemos encontrar en 1 de Juan 4:8 RVR1960 que nos dice: El que no ama, no
ha conocido a Dios; porque Dios es amor. Esto nos presenta que la cualidad
primordial en Dios es el amor.
Por consiguiente, para conocer
a Dios hay que amarle, como está establecido en el llamado más alto en Mateo 22:37 que nos dice: Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y
con todas tus fuerzas. Debemos recordar hermanos lo que se establece en 1 Samuel 16:7 B, porque Jehová no mira
lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos,
pero Jehová mira el corazón. Dios escudriña y conoce nuestros corazones para
conocernos y poder entablar la relación que Él ha determinado con nosotros.
El amor de Jehová, es eterno,
maravilloso e incomprensible hacía nosotros, es un amor verdadero, que
trasciende más allá de lo imaginable, el cual lo expresa de múltiples formas y
la más alta manifestación de su amor se nos presenta en Juan 3:16, que dice: Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna. Por Su amor Santo, nos ha dado la oportunidad de
la salvación por medio de Cristo Jesús y no sólo eso, sino que nos ha adoptado como
sus hijos e hijas.
Solo existe una forma de
retribuir tanto amor a nuestro Padre Celestial y es que nuestro corazón se
rinda totalmente a Su amor. La palabra de Dios nos indica en el Salmo 51:17 que el sacrificio que es
agradable a Dios y que no rechaza es un espíritu quebrantado y un corazón
quebrantado y arrepentido. El arrepentimiento
de los pecados cometidos es una declaración de amor a Dios y la entrega del
trono de nuestros corazones es una manifestación de compromiso con el amor
inagotable de nuestro Dios.
En el Salmo 63:3-4, nos dice: Tu amor es mejor que la vida; por eso mis
labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te
invocaré. La expresión de nuestro amor a Dios es la alabanza y la adoración,
por ello debemos procurar ser adoradores en espíritu y en verdad, para declarar
que amamos a Dios con todo nuestro ser. El amor de Dios no te fallará, ni te
decepcionará nunca, cree en Su amor por que sólo Él puede sanar a los
quebrantados de corazón, como dice el Salmo
147:3. Su amor es fiel, bueno, misericordioso, eterno, pleno, lleno de paz
y gozo.
Debemos saber y recordar que la fe no es posible concebirla con el entendimiento y la lógica humana, ya que los milagros son obras maravillosas e inigualables que Dios realiza y que sobrepasan cualquier entendimiento. Se nos orienta en Romanos 10:10, Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. La fe que alberguemos en nuestro corazón, nos permitirá acercarnos cada vez más a nuestro Dios.
En el corazón se guardan los sentimientos y la
palabra de Dios nos exhorta en Proverbios
4:23 Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.
En otra versión, señala que determina el rumbo de nuestras vidas, ya que muchas
veces las decisiones que solemos tomar, no se conciben con la conciencia, sino
por lo que sentimos, entonces debemos albergar el amor a Dios, como base de
todo en nuestras vidas.
El rey David, fue un vivo
ejemplo de un corazón que agradaba a Dios, pues tuvo una relación extraordinaria
de obediencia y rendición a la voluntad de Jehová. La vida del rey David no
estuvo exenta de pecados, pero lo que hizo la diferencia fue su
arrepentimiento, ya que no se llenó de orgullo, sino que reconoció que le había
fallado a Dios y busco Su perdón.
Para concluir, queridos
hermanos, quiero que me acompañes a orar: Padre amado que llenas mi vida con tu
amor, te doy gracias por sanar mi corazón, por llenarlo de fe en Jesús y
brindarme la salvación en Él. Gracias ABBA por hacerme Tu hijo/a y una nueva
criatura. Tu colmas mi vida de plenitud
y abundancia en Cristo. Señor bendito y santo úngeme con tu Espíritu Santo y haz
que mi corazón sea justo y agradable a Ti, en el nombre poderoso de Jesús,
AMÉN.
Bendiciones.
Ana
Yajaira Pérez.
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