martes, 20 de octubre de 2020

DESCANSA EN DIOS

 Lucas 18:7 NVI ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?

Estas preguntas me llevan a la reflexión acerca de la confianza que tengo depositada en mi corazón en Dios y si en verdad descanso en Él, si mi paciencia se fortalece en la espera del cumplimiento de Su tiempo y lo más importante si mi fe, se afirma en Su fidelidad y Sus promesas. Jesucristo hace un cuestionamiento muy fuerte a mi fe y a cada uno de nosotros, pues el Señor conoce que solemos desmayar en confiar y sobre todo en esperar el tiempo determinado por Dios para obrar a nuestro favor. En este punto, lo contradictorio es responder a las preguntas de Cristo con otra pregunta ¿Aquello por lo que estoy orando está dentro de la voluntad y los propósitos de Dios para mi vida?

Tenemos en la biblia un ejemplo de lo que es esperar y confiar en Dios, cuando Daniel duro 21 días de ayuno y oración en busca de una respuesta de JEHOVÁ, acaso el Señor no le respondió a través del Ángel Gabriel y este no le informo que su oración había llegado a Dios y que su respuesta fue dada desde el primer día, pero que esta tardo en llegar 20 días por el levantamiento y enfrentamiento con el enemigo que tuvo que suscitarse para poder recibir la anhelada respuesta. Aun así, Daniel no desistió, sino que persistió hasta lograr su propósito, la respuesta de Dios. En Habacuc 2:3 NVI, dice:  Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá. 

Somos tan influenciables por las circunstancias, las cuales siempre nos juegan en contra, ya que son un recurso utilizado por el enemigo para poner ante nuestros ojos la mentira y en nuestro corazón la duda, por lo cual debemos siempre de recordar lo escrito en 2 Corintios 4:8-9 NVI. Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. A caso Dios no nos dará respuesta por aquello que le pedimos, esto es algo muy difícil de que no suceda, pero tendremos batalla porque el enemigo tratara a toda costa de que no veamos la verdad, que la fidelidad y el amor de Dios son reales.

Por ejemplo, piensa en esto: si pudiéramos quitar de este año que estamos bajo la Pandemia del Covid-19, ¿Cómo definirías que ha sido este año para ti? ¿Ha sido un año de plenitud en Dios? Yo en mi caso, podría responder que sí, he visto muchas promesas cumplidas, he visto y me he regocijado con las bendiciones recibidas por mis hermanos en Cristo Jesús, he podido descansar y confiar en el Señor y Su palabra. En otros casos, quizás la respuesta no ha sido igual, pero sé que no estamos solos, recuerda lo establecido en Éxodo 14:14 NVI.  Ustedes quédense quietos, que el Señor presentará batalla por ustedes.

Pero ¿Qué es descansar en Dios? ¿Qué es estarnos quietos y esperar el cumplimiento de Su palabra y promesas? Una de las definiciones de Descansar es poner una persona toda su confianza en otra. También significa apoyarse o estar asentada una cosa sobre otra. Es decir, apoyarnos en Dios ante las adversidades, situaciones, problemas, es entregarle todo aquello que nos perturba y nos quita la paz, como dice Mateo 11:28 NVI. Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.

Las promesas del cuidado de Dios para nosotros son maravillosas, como la que está establecida en Isaías 43:2 NVI. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. Y esta promesa es reafirmada por nuestro Señor Jesús cuando nos prometió, en Mateo 28:20-B NVI. Les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. Descansa en Jehová que la respuesta a tu oración y promesa está cerca, resiste y persiste, como está establecido en Hebreos 10:23 NVI, mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. 

Bendiciones.

  

Ana Yajaira Pérez

martes, 13 de octubre de 2020

CIEN POR CIEN CORAZÓN

Jeremías 24:7 RVR1960.  Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón

Esta porción de la palabra nos muestra una condición imprescindible para tener una relación con nuestro Dios, poseer un corazón que le agrade. ¿Por qué debemos conocer a Dios por medio de nuestros corazones?  La respuesta la podemos encontrar en 1 de Juan 4:8 RVR1960 que nos dice: El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. Esto nos presenta que la cualidad primordial en Dios es el amor.

Por consiguiente, para conocer a Dios hay que amarle, como está establecido en el llamado más alto en Mateo 22:37 que nos dice: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Debemos recordar hermanos lo que se establece en 1 Samuel 16:7 B, porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. Dios escudriña y conoce nuestros corazones para conocernos y poder entablar la relación que Él ha determinado con nosotros.  

El amor de Jehová, es eterno, maravilloso e incomprensible hacía nosotros, es un amor verdadero, que trasciende más allá de lo imaginable, el cual lo expresa de múltiples formas y la más alta manifestación de su amor se nos presenta en Juan 3:16, que dice:  Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Por Su amor Santo, nos ha dado la oportunidad de la salvación por medio de Cristo Jesús y no sólo eso, sino que nos ha adoptado como sus hijos e hijas.

Solo existe una forma de retribuir tanto amor a nuestro Padre Celestial y es que nuestro corazón se rinda totalmente a Su amor. La palabra de Dios nos indica en el Salmo 51:17 que el sacrificio que es agradable a Dios y que no rechaza es un espíritu quebrantado y un corazón quebrantado y arrepentido.  El arrepentimiento de los pecados cometidos es una declaración de amor a Dios y la entrega del trono de nuestros corazones es una manifestación de compromiso con el amor inagotable de nuestro Dios.

En el Salmo 63:3-4, nos dice: Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré. La expresión de nuestro amor a Dios es la alabanza y la adoración, por ello debemos procurar ser adoradores en espíritu y en verdad, para declarar que amamos a Dios con todo nuestro ser. El amor de Dios no te fallará, ni te decepcionará nunca, cree en Su amor por que sólo Él puede sanar a los quebrantados de corazón, como dice el Salmo 147:3. Su amor es fiel, bueno, misericordioso, eterno, pleno, lleno de paz y gozo.

 Debemos saber y recordar que la fe no es posible concebirla con el entendimiento y la lógica humana, ya que los milagros son obras maravillosas e inigualables que Dios realiza y que sobrepasan cualquier entendimiento. Se nos orienta en Romanos 10:10, Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. La fe que alberguemos en nuestro corazón, nos permitirá acercarnos cada vez más a nuestro Dios.

En el corazón se guardan los sentimientos y la palabra de Dios nos exhorta en Proverbios 4:23 Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida. En otra versión, señala que determina el rumbo de nuestras vidas, ya que muchas veces las decisiones que solemos tomar, no se conciben con la conciencia, sino por lo que sentimos, entonces debemos albergar el amor a Dios, como base de todo en nuestras vidas.

El rey David, fue un vivo ejemplo de un corazón que agradaba a Dios, pues tuvo una relación extraordinaria de obediencia y rendición a la voluntad de Jehová. La vida del rey David no estuvo exenta de pecados, pero lo que hizo la diferencia fue su arrepentimiento, ya que no se llenó de orgullo, sino que reconoció que le había fallado a Dios y busco Su perdón.

Para concluir, queridos hermanos, quiero que me acompañes a orar: Padre amado que llenas mi vida con tu amor, te doy gracias por sanar mi corazón, por llenarlo de fe en Jesús y brindarme la salvación en Él. Gracias ABBA por hacerme Tu hijo/a y una nueva criatura.  Tu colmas mi vida de plenitud y abundancia en Cristo. Señor bendito y santo úngeme con tu Espíritu Santo y haz que mi corazón sea justo y agradable a Ti, en el nombre poderoso de Jesús, AMÉN.

Bendiciones.

 

Ana Yajaira Pérez.